El museo provincial de Guadalajara. 175 años con nosotros.

 

 

Un ejemplo de la riqueza cultural y artística de Guadalajara se puede encontrar en su Museo Provincial, que en estas fechas celebra su 175 aniversario. En efecto, su creación en 1838 le convierte en el museo provincial más antiguo de España, algo que debería ser motivo de orgullo para una ciudad que, no obstante, parece muchas veces olvidar su existencia. Por ello, aprovechando este aniversario, desde aquí me gustaría animar a todo el que no lo conozca que le dedique un rato a pasear por sus salas y disfrutar de lo que contienen.

El origen de su colección fue la custodia de los bienes artísticos más relevantes de las instituciones religiosas suprimidas en las desamortizaciones del siglo XIX. Guadalajara fue una provincia donde proliferaron los conventos y monasterios, cuyos tesoros artísticos fueron saqueados cuando éstos tuvieron que ser abandonados por sus residentes debido a las expropiaciones del gobierno, necesitado de fondos urgentes. Aquellas piezas de valor que pudieron ser rescatadas de traficantes sin escrúpulos y coleccionistas sin moral, fueron reunidas para dar forma a este pequeño museo.

A estas piezas se han ido sumando los objetos descubiertos en las excavaciones arqueológicas realizadas desde los años ochenta del siglo XX en la provincia, así como otras obras procedentes de compras, donaciones o depósitos, que completan una colección de más de 200 obras. Un conjunto humilde, pero que permite un interesante recorrido por la historia de este territorio desde la prehistoria.

El museo ha sufrido varios cambios de sede, lo que acompañado del abandono de las instituciones supuso la pérdida y dispersión de objetos de su colección. Entre 1899 y 1973, al no haber un edificio en la ciudad que pudiera servir como museo en condiciones óptimas, las obras se almacenaron en el palacio de la Diputación de Guadalajara, donde sufrieron el olvido y el paso del tiempo. No será hasta 1973 cuando se toma conciencia de la importancia de este patrimonio, y el Ministerio de Cultura decide enviarlas al Instituto de Conservación y Restauración de Obras Culturales en Madrid. Una vez restauradas se decidió crear de nuevo el museo, que se instaló en el Palacio del Infantado de la capital alcarreña, uno de los más representativos palacios españoles del siglo XV, donde acompañan a las piezas del museo los frescos pintados por Rómulo Cincinato en el siglo XVI.

frescos infantado

Los frescos pintados por Rómulo Cincinato evocan la grandeza de los Mendoza del siglo XVI

La gestión del museo está transferida desde 1984 a la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, aunque las colecciones siguen siendo propiedad del Estado. El museo ofrece un amplio programa cultural para los visitantes que cubre entre otras actividades la organización de exposiciones temporales, visitas guiadas, talleres educativos para niños y jóvenes, conferencias, visitas teatralizadas o cursos.

El patrimonio del museo se articula en torno a tres colecciones. La más antigua es la de Bellas Artes, que reúne los bienes procedentes de las desamortizaciones del siglo XIX, siendo los más antiguos del siglo XV, por lo que la temática de las obras es básicamente religiosa. De esta colección destacan las pinturas de dos Ecce Homo,  uno anónimo del siglo XV y otro firmado por J. Bredau (siglo XVII), un Cristo crucificado de Luis Tristán (siglo XVII), la Virgen de la leche de Alonso Cano (siglo XVII), San Francisco recibiendo los Siete Privilegios, atribuido a José de Ribera (siglo XVII), Aparición de la Virgen y el Niño a San Francisco, de Juan Carreño de Miranda (siglo XVII) y la obra escultórica del sepulcro de doña Aldonza de Mendoza (siglo XVI).

Sepulcro Aldonza de Mendoza

El sepulcro de Doña Aldonza de Mendoza (www.turismoenguadalajara.org)

La colección más numerosa del museo es la de Arqueología, que engloba todos los objetos hallados en las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en la provincia de Guadalajara. En esta sección destacan la escultura de mujer de Zenón de Afrodisias (siglo II), una cabeza de Marte de época romana, restos celtíberos como espadas, monedas o braseros,  o yeserías como las de la Sinagoga del “Prao de los Judíos” de Molina de Aragón y del Alcázar Real de Guadalajara.

La tercera colección es la de Etnografía, donde encontramos los objetos relacionados con la cultura popular de Guadalajara, reunidos en una serie de campañas desde principios de los años ochenta del siglo XX, con la finalidad de mostrar al público la forma de vida, actividades profesionales, manifestaciones artísticas y mentalidades de la forma de vida tradicional en la provincia.  De esta colección destacan las máscaras de botarga, como la de Arbancón, o una colmena hecha de madera y pizarra. También forman parte de ella los fondos que pertenecían a la Sección Femenina.

Desde 2007 la exposición permanente del museo se organiza según un esquema, denominado “Tránsitos”, que trata de articular las tres colecciones mediante el hilo conductor de la vida, la muerte y la religiosidad del ser humano en la provincia de Guadalajara desde el Paleolítico hasta la actualidad.

El pequeño tamaño del museo permite viajar en el tiempo a una gran velocidad, desde la prehistoria hasta la vida de nuestros abuelos. La colección está muy bien cuidada, y resulta muy atractiva para el visitante, a lo que hay que sumar el incomparable marco arquitectónico en el que se ubica. En ese sentido, y una vez perdida la biblioteca pública y el archivo provincial, el museo es de lo poco que le ha quedado al palacio para seguir siendo un elemento importante de la vida cultural de la que en otros tiempos fue llamada “la Atenas alcarreña”

559El palacio del Infantado, un lugar cargado de cultura desde hace más de quinientos años

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